domingo, 3 de diciembre de 2017

Lolis

No cabe la duda que la vida siempre te da nuevas oportunidades de comenzar.

Hoy he encontrado a Lolis. Es un aire de frescura que no había recibido en muchos inviernos. Una brisa mentolada, húmeda y agradable que me da en la cara muy a mi pesar.

La conocí en una fiesta de "solteros". Sí, lo que nunca imaginé hacer... asistir a un evento donde hombres y mujeres ya mayores, como yo que estoy rascando los 50, buscan una pareja. Los requisitos son  no tener compromiso (léase soltero, viudo o divorciado), tener una actividad económica y tener las ganas de empezar de nuevo.

Fue en esa cena donde la conocí. Me sorprendió su hermoso rostro iluminado por una tenue vela, con el cabello bien arreglado y cuidadosamente maquillada, tranquilamente sentada, radiando esa serenidad que se reconoce al momento cuando sonríe. Fueron 10 minutos de plática, con varios intervalos de risas. Parece tenemos el mismo tono de humor. No hablamos de los desamores ni de la problemática con el ex, como sucede siempre en estas cosas. La gente nunca perdona a su ex, eso me ha quedado claro.

Las reglas del evento indican anotar en un papel quién te gustó más. La puse como tercera opción pues su peor defecto es que vive en Lerma Toluca. Y quién quiere ir hasta allá??? Y sí, ahora voy a Lerma cada tercer día.

Por azares del destino hicimos match, según las organizadoras, y bueno, las reglas dictaban juntarse por lo menos una vez para conocerse mejor. Por ello comimos en el restaurant Parian, junto a la carretera  Mexico Toluca. Llegó tarde a la cita. Se había extraviado, jaja. No importó, su simple presencia alegró mi corazón.

Platicamos hasta el anochecer y ni nos dimos cuenta. La conversación fluía como me gusta, con temas afines y compartiendo la palabra. Para mí, como en las películas románticas, el tiempo se detuvo, y en un momento alcancé a ver su aura que se acercaba a la mía, reconociendo la afinidad.

Ese día sentí como llegar a una playa, con el agua tibia y las olas calmas. Fue como estar acostado en la arena, viendo pasar las nubes, sin preocupaciones ni prisas. Fue como tener un nuevo pacto conmigo mismo. Fue sentir que la vida siempre te mandará lo que necesitas en el momento adecuado. Ni antes ni después.

Así fue esa tarde. Muy raro.

Después de cuatro salidas, ahora somos novios. Novios a los casi 50 años míos y 53 tuyos. Quién lo diría.